El viejo Madero apoyó la cabeza en sus rugosas manos fuertes, sobre el escritorio del general Roca. Aquel 21 de diciembre de 1885 se acababa de retirar del despacho presidencial ese personaje que era Estanislao Zeballos, que había acudido a recabar del vicepresidente a cargo del Poder Ejecutivo algunos datos para escribir un trabajo sobre la revolución de los Libres del Sur en el diario La Prensa. Su memoria le hizo dar un largo recorrido. La revolución del Sur ¡Aquellas galopeadas, aquellos fríos, pajonal y pajonal, cañadón, escarcha y horizonte! Desde julio del 39 anduve recorriendo Monsalvo y los Montes Grandes para arreglar que la gente estuviera lista el día de la rebelión. Leguas y leguas a uña de caballo, con esos vientos que cortan la cara y vigorizan el espíritu, entre los espartillares y juncales del Tuyú, con el agua dando en las caronas, las patas encogidas para no mojarse. Lavalle le había escrito a Pedro Castelli, su antiguo compañero de armas, para que encabezara el alza
El director de la revista me llamó a su despacho. Se estaban por cumplir los años de la muerte del Dante, y me encargó una nota evocativa.
Muerto el escritor, y con lo complicado que suele ser encontrar a los descendientes, decidí llevar a cabo una nota en el mismo infierno, dado que sospechaba que entrar al paraíso me sería más difícil.
Un buen periodista siempre encuentra los medios para conseguir las notas.
El plan era sencillo, primero debía merecer el infierno, y luego programar un operación, ya que en el postoperatorio todos relatan haber muerto.
Me tomé una semana para hacer algunos pecados, por las dudas, y me hice suscribir en una de las empresas de medicina prepaga más caras del momento.
Antes de la consulta, me desvelé pensando cómo decirle al médico que lo que yo quería era operarme. Pero apenas entré, el doctor, sin levantar la vista del plan que yo pagaba, me propuso alguna operación que yo acepté de buen modo.
Después de la anestesia, entré en seguida por un túnel que tenía una luz en el fondo. Cuando empecé a caminar se abrió una puerta debajo de mis pies y caí en forma grotesca.
Cuando miré a mi alrededor, advertí que me encontraba en una ciudad infernal, y me espetó un joven de traje y teléfono celular que me extendió la mano y se presentó.
- Martin Corn, Gerente de Relaciones Públicas del Infierno.
- Mucho gusto, yo soy...
- No diga nada, ya sabemos, usted viene a hacer una nota y nosotros queremos dar una buena imagen de nuestra prestigiosa empresa multinacional Infierno® Corporation y de nuestros planes "Pacto Feliz"™ Consultoría jurídica, "Tenga Todo Sin Esfuerzo"™ de financiación, y "Vacaciones Para Siempre"™ Spa de mar.
- Me sorprende... no sabía que fueran tan prósperos.
- Entre nosotros, más de lo que usted podría imaginar.
- Bueno, ya que todo resultó tan fácil, yo traje algo preparado, así que, si le parece, podría empezar el reportaje.
- Cómo no, y mientras tanto podríamos ir caminando para que conozca nuestra progresista ciudad.
Mientras preparaba el grabador y el memorándum, pensaba. ¿Qué pasó acá? Yo esperaba un caos más convencional, con fuego y alaridos. Sin embargo esta frialdad y corrección me daban más miedo.
- Comencemos: ¿Es usted el mismo demonio?
- De alguna manera, sí.
- Se ha hablado mucho de usted, y hay trascendidos que de alguna forma desprestigian a su persona. ¿es esto cierto?
- No, hay una campaña en mi contra, porque yo no soy condescendiente con el Orden Natural. Mire... esa es la Plaza de la Victoria, y detrás puede ver la Casa del Gobierno.
- Escúcheme: No se crea que me engaña, esto es igual a Buenos Aires, copiaron detalladamente el diseño.
- Nosotros la hicimos primero, ustedes pueden hacer lo que quieran con su ciudad. Ahora registramos y sacamos patente porque nos estaban copiando todo.
- Veo que hay mucha gente deambulando por las calles con expresión de pesadumbre ¿no será por la falta de Dios?
- Eh... - gesto elocuente.
- Hablemos de números.
- Es lo que más me gusta.
- Ya me parecía. ¿Qué cantidad de personas tiene aquí?
- Mire, es muy difícil contarlos, sería gráfico si le digo que de su siglo vendrán todos menos unas mil personas.
- Habría que ver las estadísticas del otro lado ¿Cómo hace para atraerlos?
- Mire: en otras épocas nosotros hacíamos planes casi perfectos para engañar a la gente de buena voluntad. Pero un día llegó acá un gerente de marketing, y las cosas cambiaron mucho. Nos decía que la gente de buena voluntad son un segmento despreciable del mercado, y a los otros lo que más les gusta es caer en trampas burdas, sabiendo que son trampas. Y huyen de las trampas complejas que no llegan a comprender del todo.
Vea ese negocio, dice "Todo lo que usted necesita por $0,99". La gente sabe que es un engaño, sin embargo está lleno permanentemente, y la gente sale comentando "- Creo que los engañé, me compré una taza por noventa y nueve centavos". En cambio nadie compra un juego de doce de esas tazas por siete pesos.
- ¿Como hacen para operar con una cartera de clientes tan grande?
- Bueno acá llegan muchos ejecutivos y empleados burocráticos y los ponemos a trabajar. Tenemos un target de humanos de siete años en adelante, y un mailing que abarca a toda la humanidad. Nosotros les hacemos conocer quienes somos, y qué tienen que hacer para venir acá. Lo demás lo hace la gente. También mezclamos entre las personas a algunas promotoras que realmente dan mucho resultado.
- ¿Y el Purgatorio?
- Está casi vacío, el que no se salvó en la vida terrenal, teniendo todas las posibilidades, difícilmente alcanzará a salvarse después de tiempo. Y terminan cayendo por acá, con la cabeza gacha.
- Que increíble, con la cantidad de gente que cree que va a ir al Cielo...
- Mire esta puerta de utilería... - Muestra una puerta de cartón donde dice "SIELO" con "S" - Por acá entran los que están seguros de que van a ir al Cielo.
- ¡Ja, ja! Es grotesca, hay que ser muy torpe para entrar por ahí.
- Hay que ser muy torpe para estar seguro de que uno ya tiene el Cielo ganado. Pero la mayoría de los que vienen se quejan eternamente, repiten una y otra vez que merecen el Paraíso. Yo a veces pienso que no merecen ni el Infierno.
- ¿Qué opina de los idiotas?
- Ni me hable - se sienta cansadamente en un banco - todos los idiotas vienen acá. No los soporto más. Hay días que me dan ganas de irme al Cielo y me echo unos rezos.
- Sigo sorprendido con el parecido que tiene esto con mi ciudad. ¿No piensa que la gente sufre poco?
- Yo me cansé de proporcionarles sufrimientos, ahora los dejo. Tienen un gobierno autónomo y buscan la felicidad en las cosas banales. Le aseguro que nunca había logrado que sufran más que ahora. Lo único que hago yo es terminar con los brotes de bondad, que son cada vez menos.
- Vamos caminando y parece que no hay confines: ¿Por que la gente no se escapa y busca una vida tranquila en el campo?
- La gente sufre y se queja, pero eligió venir con total libertad. Aunque lo oculten, la decisión de estar acá fue muy firme y es esto lo que quieren. Ellos corrompieron su alma y quieren estar entre corruptos. Y no crea que es cuestión de lugar, en la soledad de los lugares apartados la gente se condena queriendo venir acá. Hay un solo lugar donde se puede encontrar la salvación, en el Desierto de los Sacrificios, allí hay una Nave que espera a los que alcanzan la redención.
Off the record:
- Bueno, muchas gracias por la nota y el tiempo que le dedicó, pero yo ya me tengo que ir, usted sabe que me esperan, así que si me muestra la puerta de salida yo le agradecería.
- Tarde, esta nota no saldrá del Infierno.
- Espere... no se vaya... espere...
Estimados lectores que leéis este reportaje: Mirad alrededor para ver donde estáis parados. Haced méritos para salir y si no, id a la soledad del Desierto de los Sacrificios y manteneos firmes. Ya que no por méritos, podría ser que os ganéis un lugar en la nave por banda negativa.
Muerto el escritor, y con lo complicado que suele ser encontrar a los descendientes, decidí llevar a cabo una nota en el mismo infierno, dado que sospechaba que entrar al paraíso me sería más difícil.
Un buen periodista siempre encuentra los medios para conseguir las notas.
El plan era sencillo, primero debía merecer el infierno, y luego programar un operación, ya que en el postoperatorio todos relatan haber muerto.
Me tomé una semana para hacer algunos pecados, por las dudas, y me hice suscribir en una de las empresas de medicina prepaga más caras del momento.
Antes de la consulta, me desvelé pensando cómo decirle al médico que lo que yo quería era operarme. Pero apenas entré, el doctor, sin levantar la vista del plan que yo pagaba, me propuso alguna operación que yo acepté de buen modo.
Después de la anestesia, entré en seguida por un túnel que tenía una luz en el fondo. Cuando empecé a caminar se abrió una puerta debajo de mis pies y caí en forma grotesca.
Cuando miré a mi alrededor, advertí que me encontraba en una ciudad infernal, y me espetó un joven de traje y teléfono celular que me extendió la mano y se presentó.
- Martin Corn, Gerente de Relaciones Públicas del Infierno.
- Mucho gusto, yo soy...
- No diga nada, ya sabemos, usted viene a hacer una nota y nosotros queremos dar una buena imagen de nuestra prestigiosa empresa multinacional Infierno® Corporation y de nuestros planes "Pacto Feliz"™ Consultoría jurídica, "Tenga Todo Sin Esfuerzo"™ de financiación, y "Vacaciones Para Siempre"™ Spa de mar.
- Me sorprende... no sabía que fueran tan prósperos.
- Entre nosotros, más de lo que usted podría imaginar.
- Bueno, ya que todo resultó tan fácil, yo traje algo preparado, así que, si le parece, podría empezar el reportaje.
- Cómo no, y mientras tanto podríamos ir caminando para que conozca nuestra progresista ciudad.
Mientras preparaba el grabador y el memorándum, pensaba. ¿Qué pasó acá? Yo esperaba un caos más convencional, con fuego y alaridos. Sin embargo esta frialdad y corrección me daban más miedo.
- Comencemos: ¿Es usted el mismo demonio?
- De alguna manera, sí.
- Se ha hablado mucho de usted, y hay trascendidos que de alguna forma desprestigian a su persona. ¿es esto cierto?
- No, hay una campaña en mi contra, porque yo no soy condescendiente con el Orden Natural. Mire... esa es la Plaza de la Victoria, y detrás puede ver la Casa del Gobierno.
- Escúcheme: No se crea que me engaña, esto es igual a Buenos Aires, copiaron detalladamente el diseño.
- Nosotros la hicimos primero, ustedes pueden hacer lo que quieran con su ciudad. Ahora registramos y sacamos patente porque nos estaban copiando todo.
- Veo que hay mucha gente deambulando por las calles con expresión de pesadumbre ¿no será por la falta de Dios?
- Eh... - gesto elocuente.
- Hablemos de números.
- Es lo que más me gusta.
- Ya me parecía. ¿Qué cantidad de personas tiene aquí?
- Mire, es muy difícil contarlos, sería gráfico si le digo que de su siglo vendrán todos menos unas mil personas.
- Habría que ver las estadísticas del otro lado ¿Cómo hace para atraerlos?
- Mire: en otras épocas nosotros hacíamos planes casi perfectos para engañar a la gente de buena voluntad. Pero un día llegó acá un gerente de marketing, y las cosas cambiaron mucho. Nos decía que la gente de buena voluntad son un segmento despreciable del mercado, y a los otros lo que más les gusta es caer en trampas burdas, sabiendo que son trampas. Y huyen de las trampas complejas que no llegan a comprender del todo.
Vea ese negocio, dice "Todo lo que usted necesita por $0,99". La gente sabe que es un engaño, sin embargo está lleno permanentemente, y la gente sale comentando "- Creo que los engañé, me compré una taza por noventa y nueve centavos". En cambio nadie compra un juego de doce de esas tazas por siete pesos.
- ¿Como hacen para operar con una cartera de clientes tan grande?
- Bueno acá llegan muchos ejecutivos y empleados burocráticos y los ponemos a trabajar. Tenemos un target de humanos de siete años en adelante, y un mailing que abarca a toda la humanidad. Nosotros les hacemos conocer quienes somos, y qué tienen que hacer para venir acá. Lo demás lo hace la gente. También mezclamos entre las personas a algunas promotoras que realmente dan mucho resultado.
- ¿Y el Purgatorio?
- Está casi vacío, el que no se salvó en la vida terrenal, teniendo todas las posibilidades, difícilmente alcanzará a salvarse después de tiempo. Y terminan cayendo por acá, con la cabeza gacha.
- Que increíble, con la cantidad de gente que cree que va a ir al Cielo...
- Mire esta puerta de utilería... - Muestra una puerta de cartón donde dice "SIELO" con "S" - Por acá entran los que están seguros de que van a ir al Cielo.
- ¡Ja, ja! Es grotesca, hay que ser muy torpe para entrar por ahí.
- Hay que ser muy torpe para estar seguro de que uno ya tiene el Cielo ganado. Pero la mayoría de los que vienen se quejan eternamente, repiten una y otra vez que merecen el Paraíso. Yo a veces pienso que no merecen ni el Infierno.
- ¿Qué opina de los idiotas?
- Ni me hable - se sienta cansadamente en un banco - todos los idiotas vienen acá. No los soporto más. Hay días que me dan ganas de irme al Cielo y me echo unos rezos.
- Sigo sorprendido con el parecido que tiene esto con mi ciudad. ¿No piensa que la gente sufre poco?
- Yo me cansé de proporcionarles sufrimientos, ahora los dejo. Tienen un gobierno autónomo y buscan la felicidad en las cosas banales. Le aseguro que nunca había logrado que sufran más que ahora. Lo único que hago yo es terminar con los brotes de bondad, que son cada vez menos.
- Vamos caminando y parece que no hay confines: ¿Por que la gente no se escapa y busca una vida tranquila en el campo?
- La gente sufre y se queja, pero eligió venir con total libertad. Aunque lo oculten, la decisión de estar acá fue muy firme y es esto lo que quieren. Ellos corrompieron su alma y quieren estar entre corruptos. Y no crea que es cuestión de lugar, en la soledad de los lugares apartados la gente se condena queriendo venir acá. Hay un solo lugar donde se puede encontrar la salvación, en el Desierto de los Sacrificios, allí hay una Nave que espera a los que alcanzan la redención.
Off the record:
- Bueno, muchas gracias por la nota y el tiempo que le dedicó, pero yo ya me tengo que ir, usted sabe que me esperan, así que si me muestra la puerta de salida yo le agradecería.
- Tarde, esta nota no saldrá del Infierno.
- Espere... no se vaya... espere...
Estimados lectores que leéis este reportaje: Mirad alrededor para ver donde estáis parados. Haced méritos para salir y si no, id a la soledad del Desierto de los Sacrificios y manteneos firmes. Ya que no por méritos, podría ser que os ganéis un lugar en la nave por banda negativa.
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