E l vie jo Mad ero ap oyó l a cab eza e n s us rugo sas man os fuer tes, sob re e l escri torio d el gene ral Ro ca. Aqu el 21 d e dicie mbre d e 1885 s e acab aba d e reti rar d el desp acho presid encial e se perso naje q ue e ra Estan islao Zeba llos, q ue h abía acud ido a reca bar d el vicepre sidente a car go d el Pod er Ejecu tivo algu nos dat os pa ra escr ibir u n trab ajo sob re l a revo lución d e l os Lib res d el S ur e n e l dia rio L a Pre nsa. S u memo ria l e hi zo d ar u n lar go recor rido. L a revo lución d el S ur ¡ Aque llas galop eadas, aque llos f rí o s, pajo nal y pajo nal, c añ a dón, esca rcha y horiz onte! Des de jul io d el 39 and uve recorr iendo Mons alvo y l os Mon tes Gran des pa ra arre glar q ue l a gen te estuv iera lis ta e l día d e l a reb elión. Leg uas y leg uas a uña d e caba llo, c on es os vien tos q ue cor tan l a ca ra y vigor i
Gardel, que es propenso a la obesidad, siente desde hace
tiempo viva preocupación sabiendo que el aspecto estético del físico gravita
en buena medida su profesión de artista.
Aspirando a bajar de peso asiste al local de la Y.M.C.A.
(Asociación Cristiana de Jóvenes) de la calle Paseo Colón 161, y allí efectúa
innumerables sesiones de gimnasia.
Adolfo R. Avilés, que por entonces se desempeña en el lugar
como pianista en las clases de ejercicios con acompañamiento rítmico recordaba
en la revista Cantando N.º 168 del 21/6/60, el paso de Gardel por la Y.M.C.A.
"...Fue el único que se sometió en parte a la rigurosa
disciplina de las clases de gimnasia sueca. Concurría asiduamente por lo general
en horas de mediodía, y en algunas veces practicaba sólo calistenia,
particularmente con poleas.
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Antiguo gimnasio de calistenia por poleas (soportar el propio peso en anillas) |
Usaba una gruesa tricota blanca con cuello alto, que
absorbía su generoso esfuerzo, traducido en copiosa transpiración.
Después del baño solía someterse a un férreo masaje. Enrique
Pascual, kinesiólogo y profesor de box, cuando tomaba por su cuenta los
músculos abdominales de Gardel... eran de oír sus alaridos... Todo lo aguantaba
en aras de su línea... pero lo bueno del caso era qué, totalmente deshidratado
apenas trasponía los umbrales de la institución, buscaba amparo en “La Sonámbula”, un restaurante de la Recova en Plaza de Mayo.
Allí, más que reponer sus fuerzas, cubría el déficit de
humedad perdida. Y siempre causaban hilaridad sus relatos de deportista con
tendencia a violar la disciplina impuesta.
Historia Artística de Carlos Gardel, Miguel Angel Morena.
Editorial Freeland, Buenos Aires, 1976.
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